Tras
confirmarse en casa la esperada noticia se nos ocurrió (así sin pensarlo mucho),
que estaría bien comunicárselo a alguien que entendiera del tema y, como padres
novatos, pensamos que la persona adecuada sería la doctora de cabecera de La
Portadora. En condiciones normales la idea hubiera sido brillante. No muy
original pero sí efectiva. Así que cogimos cita para el primer día disponible.
Las dudas nos asaltaban hasta el punto de hacer una amplia lista con preguntas,
aunque la mayoría giraban en torno a un asunto: ¿Qué se puede comer? Pero con
algo no contábamos: la médica de La Portadora no tenía mucha idea de embarazos.
Aunque un médico de cabecera no sea especialista en estos temas uno espera que
pueda ofrecer alguna guía breve que pueda servir en los primeros momentos.
Pero no resultó así.
Todo
comenzó en la sala de espera, donde hicimos honor a su nombre y nos tocó
esperar un buen rato. Que cualquier urgencia tuviese que pasar por nuestra
consulta no hacía disminuir los nervios. Cuando al fin logramos entrar (con
casi 1 hora de retraso) y comunicamos la noticia a la doctora, esta no se
alteró mucho. Ni poco. Tecleó en su ordenador, imprimió unos papeles sin
comentar nada y nos dijo que volviésemos al día siguiente para hacer una
comprobación oficial del embarazo (por algún motivo no se fiaba de nosotros, a
pesar de que señalara un par de veces que si nuestro test había dado positivo,
el suyo no iba a ser menos). También nos dijo que pidiéramos cita para hacer
unos análisis y para que nos atendiera la matrona. Y después se quedó
mirándonos, como diciéndonos Ya está, podéis levantaros e iros, que yo ya he
terminado con vosotros. Y como con la mirada no pillamos la idea terminó por
transmitirlo de viva voz. Ella no haría nada más. Aun así no quisimos dejar
pasar la oportunidad de hacer algunas preguntas sobre el embarazo. Por ejemplo, qué se podía hacer
contra las náuseas que La Portadora empezaba a sufrir desde hacía una semana.
Aguantarse, contestó la médica sin contemplaciones. Ante una respuesta tan
escueta como directa no se nos ocurrió plantear más dudas. Cuatro minutos
estuvimos en la consulta. Médica 1 – Papás Novatos 0.
Bajamos al mostrador para pedir las citas correspondientes (test
de embarazo, análisis y matrona) pero pensamos que ya que estábamos allí, para
qué tener que volver al día siguiente para hacernos una prueba de la que ya
sabíamos el resultado, así que preguntamos si se podía hacer en ese momento y
nos dijeron que sin problemas. Médica 1 – Papás Novatos 1. Sin embargo, la
alegría se disipó cuando nos comunicó que la sala donde se hacía la prueba era
ese lugar, justo ahí, a la derecha, que había visto cómo, mientras esperábamos
para ser atendidos en el mostrador, se había ido llenando poco a poco de gente.
Resignados a pasar allí la mañana, volvimos a esperar nuestro turno. Médica 2 – Papás Novatos 1
Cuando al fin nos tocó, la enfermera nos pidió el bote de
orina. ¿Bote de orina? ¿Qué bote de orina? Pues el que os tenían que haber dado
en el mostrador. La enfermera resopló y murmuró algo que contenía las palabras
“este lugar” y “desastre”. No sé qué dirían nuestras caras (enfado, sorpresa,
ganas de suicidarse) que hicieron que ella misma se dirigiera hacia el
mostrador y exigiera el bote. Sin embargo, como La Portadora tuvo que ir a
rellenarlo al servicio, la persona que iba detrás de nosotros pasó antes.
Llevaríamos 3 cuartos de hora por allí cuando al fin pudimos entrar. La
enfermera nos dijo que tardaría 5 minutos en tener el resultado. Cuando volvimos para verlo nos contó que había hecho dos pruebas para estar segura, pero no
había sorpresa. El desenlace fue de nuevo positivo.
Parecía que después de una larga mañana todo había merecido
la pena. Y más nos lo pareció cuando llegamos a casa y vimos que en el
resguardo de la consulta esa enfermera tan amable que había luchado por nuestro
bote de orina nos había dejado, para la posteridad, nuestra primera
felicitación paternal. Resultado final: Médica 2 – Papás Novatos 3. Sí,
remontamos, porque ese enhorabuena me gustó tanto que vale el doble.
Al final, la espera tuvo recompensa |
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